Plusvive - 365 cápsulas de MSM con matriz de biodisponibilidad (1000 mg)
En estos tiempos de pandemia, en los que la gente se muere y los crematorios y tanatorios no dan abasto, no podemos seguir ocultando un remedio que puede ser muy eficaz. No podemos dejar de ofrecer como alternativa el MMS, cuyas siglas significan suplemento mineral milagroso. El nombre no puede ser más sugerente. El famoso, calumniado y vilipendiado MMS es una sustancia al alcance de cualquiera, casi gratis, capaz de librarnos de un buen abanico de problemas de salud y, sin embargo, prohibido por las altísimas autoridades médicas, antecesoras de aquellas que condenaban a Bach y a Hanneman, las mismas que, en nuestros días, condenaron y persiguieron al doctor Hamer hasta su muerte. Respecto a Hamer, han eliminado su cuerpo, pero no su legado, y la Nueva Medicina Germánica se imparte y se aplica en aquellos lugares donde las inquisiciones, de haberlas, son más benignas.
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Actualmente, el MMS se emplea en hospitales de África, Suiza, Japón o Andorra. De manera extraoficial y sin publicitarlo en sus páginas, muchos terapeutas lo usan y lo recomiendan como complemento de una dieta sana y lo prescriben a sus clientes.
Aunque no existe ningún estudio “oficial” ni a favor ni en contra, sí existen investigaciones independientes que demuestran el poder curativo del MMS, realizadas tanto en animales de laboratorio como en personas enfermas.
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Como contrapunto a los intoxicadores que, por morbo y sensacionalismo hablan de la “lejía milagrosa” hay que aclarar que el MMS no es hipoclorito sódico (NaOCl), conocido como lejía, ni sosa cáustica (NaOH), productos de uso doméstico, muy tóxicos si se ingieren. El MMS es dióxido de cloro. Estas desinformaciones se lanzan con la intención de manipular la libertad del usuario y disuadirlo de su libre decisión de consumirlo, o bien como justificación a su prohibición. Un simple golpe de teclado nos introduce en Internet, donde, seguramente, en los primeros lugares aparecen las webs de los detractores hablándonos de la lejía y un cúmulo de falsedades, unas por pura ignorancia, otras por inercia y otras como agentes contaminantes de la opinión pública.
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Para enterarnos de qué es el MMS y sus propiedades hay que beber en la fuente adecuada. Si entramos en la página de Discovery Salud, la publicación referente internacional que dirige magistralmente José Antonio Campoy, podemos encontrar amplia información fidedigna, no solo de este sino de otros muchos temas punteros en el ámbito de la salud.
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En el texto de DS se dice expresamente que, dado que es un producto prohibido en España, no pretenden recomendar su consumo, sino informar sobre él. Hago mías las palabras de la publicación, pero voy un poco más allá. No lo recomiendo, pero sugiero, como en el resto de terapias, indagar sobre todo aquello que puede beneficiar nuestra salud, aquellas herramientas y recursos que no suelen contemplar los sistemas de salud. Aunque en esto hay que reconocer que algunos países son mucho más abiertos que otros.
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El MMS es una fórmula compuesta por clorito de sodio, al que se le añade ácido clorhídrico para activarlo y transformarlo en dióxido de cloro. En su descubrimiento, una vez más, está presente la “casualidad”. Entrecomillo la palabra porque más bien habría que decir causalidad. Corría el año 1996 cuando el ingeniero de minas, Jim Humble se encontraba en una expedición con su equipo, buscando oro en la selva de Guyana. Todos enfermaron de malaria. Para potabilizar el agua utilizaron oxígeno estabilizado, esto es, clorito sódico diluido al 3,5%. Para su sorpresa, a los pocos días, todos estaban curados y el virus había desaparecido por completo de la sangre. Esto le pareció tan sorprendente que decidió investigar qué tipo de reacción se producía en el cuerpo al ingerir este compuesto.
Dos años después comprobó que el clorito sódico (NaClO2) diluido en agua al 28% y un ácido –en la actualidad se emplea el ácido clorhídrico— en proporciones pequeñas se forma un gas llamado dióxido de cloro (ClO2), con efectos curativos sorprendentes en casos de malaria. Dos minutos después de haber realizado esta mezcla, se le añade agua y ya está preparado para tomar.
Este gran descubrimiento quiso difundirlo entre los propios habitantes de Guyana afectados de malaria, pero dio con sus huesos en la cárcel. También quiso introducirlo en países de África e Hispanoamérica, donde la malaria hace estragos, pero se topó con los intereses de la industria farmacéutica, que presionaba para que no se utilizase el MMS bajo la amenaza de interrumpir las ayudas, el suministro de vacunas y otros medicamentos.
Tampoco en Estados Unidos pudo comercializar el producto, lo cual le supuso tener que emigrar e instalarse en México para continuar con sus investigaciones que, un tiempo después, plasmó en un libro titulado El milagroso suplemento mineral del siglo XXI.
El dióxido de cloro genera un efecto desinfectante que elimina todos los patógenos anaeróbicos del cuerpo. Lo interesante es que actúa de una forma selectiva, es decir, elimina los patógenos, pero protege las bacterias útiles y las células sanas, al tiempo que fortalece el sistema inmunitario. Esto lo hace en función del pH del cuerpo. El organismo humano sano debe tener un pH ligeramente alcalino, entre 7,35 y 7,45. Cuando baja de 7, el cuerpo se enferma, lo cual propicia la reproducción de bacterias, parásitos y virus. Y es en esta circunstancia cuando actúa el MMS produciendo la curación. Una vez ingerido, se libera en el estómago y entra en el torrente sanguíneo, buscando selectivamente el terreno ácido, donde actúa “destruyendo las bacterias, desnaturalizando virus y oxidando parásitos y hongos patógenos”. Además, neutraliza por oxidación los metales pesados y, al ser ácidas, todas las sustancias tóxicas. Todos estos microorganismos, sin vida, son expulsados a través de la piel, los riñones y el colon. Al final del proceso, el dióxido de cloro se elimina en forma de sal común y agua.
En cuanto al protocolo de uso, los expertos recomiendan empezar tomando, media hora antes de la comida o media hora después, dos gotas activadas con el ácido cítrico tres veces al día, e ir elevando la dosis y el número de tomas, hasta conseguir la dosis adecuada, que es distinta en cada persona. Si se conoce la kinesiología holística, se recomienda testar la dosis y el número de tomas diarias. Como norma general se recomienda no superar las quince gotas diarias. Si aparecen mareos, náuseas o vómitos es que se ha sobrepasado la dosis, cosa que se soluciona disminuyéndola en la toma siguiente. El tratamiento debe durar entre dos y cuatro semanas, dependiendo de la gravedad de la enfermedad. Para eliminar la malaria son necesarias quince gotas en dos tomas separadas por cuatro horas. En casos de brotes de gripe o pandemias, si no se tienen síntomas, se puede tomar una gota tres veces al día.
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Aparte de la malaria, Humble asegura que el MMS puede ser utilizado en el tratamiento del sida, hepatitis A, B y C, tuberculosis, gripe A, depresiones y varios tipos de cáncer; en general, todas las patologías que cursan en acidez general o local. En personas sanas, se puede tomar como mantenimiento, para tener una mayor vitalidad.
Su uso tópico se recomienda en eccemas, herpes, picaduras de insectos o heridas que no cicatrizan bien. Hay diferentes maneras de aplicación: en espray, en baños de inmersión o en soluciones de diferentes concentraciones.
A pesar de toda la propaganda en contra y de los escasos casos puntuales en los que el producto resultó perjudicial, el MMS no tiene efectos secundarios, ya que la fuerza oxidativa del dióxido de cloro no es suficiente para dañar el equilibrio del organismo. Pero si el organismo está demasiado enfermo puede producirse un “estrés oxidativo”, que se manifiesta en diarreas, vómitos, mareos o náuseas. Lo mismo que ocurre con tratamientos depurativos, como el “preparado del Padre Romano”, estupendo tratamiento –lo digo por experiencia propia- que, algunas veces, produce estos efectos que forman parte de la crisis curativa.
Los doctores Norio Ogata y Takashi Shibata de Oska, Japón, realizaron en 2007 un estudio con ratones a los que se les inoculaba el virus de la gripe A. El resultado fue que el cien por cien de los tratados con MMS sobrevivía, mientras el setenta por ciento del grupo de control moría.
El doctor Klaus Schustereder realizó en el Instituto Pasteur de Suiza, con el formato de doble ciego, un estudio con diez personas que padecían al mismo tiempo sida y malaria. En ocho de los diez casos, la carga viral pasó a ser de cero y también desapareció la malaria.
En el Hospital de Clínicas de la Región de Lagos, Oregón, EE. UU, los doctores Cheryl M. Bongiovanni, Michael D. Hughes y Robert W. Bomengenen realizaron un estudio sobre 231 pacientes con pie diabético con resultados excelentes, pues las úlceras cicatrizaron en unas semanas.
El doctor Alfredo Ruiz realizó un estudio en el Hospital del Monte Tabor y en la Universidad Policlínica de Nicaragua, sobre varias enfermedades: cáncer, fibromialgia, reumatismo, colitis y diferentes patologías virales. En la mayoría de los casos la respuesta al tratamiento fue positiva. La explicación del doctor Ruiz sobre el funcionamiento del MMS en el organismo y la particularidad de seleccionar las zonas de actuación en función de su acidez, coinciden plenamente con las del ingeniero Humble.
El nutricionista y químico, Antonio Romo Paz, de la Universidad de Sonora, México, también lleva varios años investigando con el MMS y asegura que es muy beneficioso en el tratamiento de malaria, dengue, tuberculosis, gripe común, neumonía, hepatitis A, B y C, sida, cáncer y como reforzamiento del sistema inmunitario.
El ingeniero alemán, Andreas L. Kalcker colaboró de manera disciplinar con científicos de todo el mundo para establecer una base de datos científica sobre las diversas investigaciones y los resultados obtenidos. En la actualidad, parte de sus vídeos de YouTube han sido censurados y su libro Salud prohibida se ha retirado de la venta en Amazon. Desde Suiza sigue compartiendo sus investigaciones y asesorando sobre el clorito de sodio.
La odontóloga española Eva Serra, especialista en implantología y ortodoncia, dice al respecto: “Mi experiencia con el MMS es muy satisfactoria desde el principio. En aftas, estomatitis aftosas, enfermedades periodontales, post-cirugías. […] En todos estos campos ha demostrado ser eficaz y beneficioso”. Añade que acelera la cicatrización, previene infecciones y elimina molestias. Ella lo probó en sí misma antes de recomendarlo a sus pacientes. Su experiencia ha sido tan positiva que lo prescribe como colutorio en todos los casos de cirugía y enfermedades periodontales.
Todos estos datos deberían ser más que suficientes para que el sistema tomase cartas en el asunto y se investigase de manera oficial el MMS. Sin embargo, no solo no lo hacen, sino que lo prohíben alegando peligro para la salud. Los malpensados, entre los que me encuentro, creen que es demasiado barato y no cifra para ser comercializado oficialmente. Para la industria farmacéutica es un peligro, pues eliminaría más de cuatro mil medicamentos.
En España, una de sus grandes impulsoras es la monja y especialista en Salud Pública, Teresa Forcades, mujer arriscada y valiente que sabe de qué habla y no teme enfrentarse al sistema. Recuerden su vídeo viral en YouTube en torno a la epidemia del ébola y sus recomendaciones para eliminar el virus. Otro de los grandes defensores es Josep Pamiés que a través de Dolce Revolución difunde sus muchos remedios por el mundo.
En la actualidad es un producto ilegal. No obstante, como hemos expuesto, muchos terapeutas lo utilizan en sus consultas y muchos usuarios lo tienen en sus botiquines como un remedio más en casos puntuales, Otros, lo toman a diario como complemento dietético. Sus defensores no pretenden imponerlo como una solución a todos los males, sino que exigen la realización de los estudios pertinentes para dilucidar si el producto se corresponde con el resto de investigaciones que existen en la actualidad, debidamente documentadas. Tenemos derecho a decidir cómo queremos sanarnos.
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